La Adicción al Drama

La Adicción al Drama

Llega un momento en la vida en el que te separas de todo drama y de la gente que lo crea. Te rodeas de gente que te hace reír. Te olvidas de lo malo y te concentras en lo bueno. Amas a la gente que te hace sentir bien, y rezas por los que no lo hacen. La vida es demasiado corta para ser cualquier otra cosa que feliz. El caerse es parte de la vida, el volver a levantarse es vivirla.

-José N. Harris

REFLEXIÓN:

Estamos llenos de hábitos, todo lo que hacemos que causa algún efecto en nosotros, bueno o malo, es porque lo hacemos con asiduidad. Para mí todo hábito es una adicción, estamos adictos a un comportamiento, a algo, a personas, y los hábitos o las adicciones no tienen por qué ser negativos. Hay hábitos que nos sientan genial, como andar todos los días, yo puedo decir que estoy adicta porque si pasan más de dos días sin que ande mi cuerpo empieza a mostrar síntomas de abstinencia, lo necesita. Y hay hábitos que nos sientan fatal, como ver las noticias o la tele, pero son cosas que hacemos automáticamente, sin pensar mucho en las consecuencias, son cosas que aprendimos en casa y seguimos haciendo, especialmente cuando no nos sentimos bien. Yo lo noto en mí, cuando mi vida no me inspira, no hay nada que me apetezca ni nada que me interese, enciendo la tele y me puedo pasar una tarde vegetando delante de la caja tonta, aún siendo consciente de ello. Son los hábitos con los que has crecido los que vuelven a asomar una y otra vez.

La adicción al drama y a la crítica es también un hábito infundido. Este es especialmente pasado por alto, ya que es un miedo inculcado colectivamente en el ser humano, y junto con la creencia en la competencia nos predetermina a sentirnos atraídos por el drama, la crítica y el juicio. La televisión tiene millones de seguidores de programas dónde siempre hay drama; las noticias, las telenovelas, los programas rosas. Nosotros en nuestras vidas en cuanto hay algo o alguien que no nos gusta no podemos parar de criticarlo, e intentar convencer a los demás de que tienes razón y que deben dártela. Esto es una adicción, y una adicción tremendamente dañina. Predetermina al cerebro a buscar los fallos o lo que no nos gusta en todo, y qué hace el Universo? nos da más de esto, dice: “Aaaa, esta es la vibración que te gusta, vamos a buscarte más cosas que te sienten igual de mal para que las puedas criticar.”

¡Estamos enganchados al drama! A los altibajos emocionales en las relaciones de pareja, provocando inconscientemente el “low” para sentir el “high”.  A la crítica constante hacia allegados y ajenos, nuestro entorno y el de la información incita a ello; si hay algo que no me gusta tengo todo el derecho, incluso el deber, de criticarlo y convencer a otros de que está mal.  Pero la crítica verdaderamente describe más al que critica que al criticado, habla los miedos y las proyecciones de la persona que está juzgando. No se puede juzgar a otro sin haber andado en sus zapatos, aunque quisiésemos no podríamos hacer esto, no es posible opinar certeramente sobre algo que se desconoce. Cada persona tiene su única y específica vida, con su entramado de experiencias que le ha llevado a una serie de creencias que explican a la perfección el comportamiento que otros se creen con derecho a condenar. Pero si hubiesen andado en esos zapatos no habría sitio para la crítica peyorativa o condenatoria, porque habría entendimiento y compasión. Puede no gustarte un comportamiento, pero si se comprende no se puede criticar.

Todos somos seres de luz, no hay ninguno que no lo sea. Todos hacemos lo mejor que podemos hasta que lo podemos hacer mejor. La adicción al drama en esta sociedad es tremenda e incita al juicio, a la competición, a la separación y verdaderamente a toda guerra. En nuestras vidas personales pensamos que si no hay altibajos, emociones intensas, no estamos viviendo plenamente, y en mi experiencia ese hábito y adicción crea en nuestras relaciones más infelicidad que placer, más inestabilidad que plenitud, más juicio que comprensión, más duda que confianza, más tensión que complicidad, más falta de respeto que intimidad. Es un simple hábito agarrado a un set de creencias, que es bueno y necesario ver; al ser consciente de algo ya puedes hacer algo con ello, porque ya es visible, cuando lo estés haciendo te darás cuenta o en el momento o después, y la siguiente vez te darás cuenta antes, y ahora puede que lo estés haciendo pero ya sabes que es así, y puedes sopesar si seguir alimentando ese hábito, si ese hábito te viene bien, si te sienta bien, si tiene un buen fin, si es productivo o beneficioso en algún sentido, si hace bien a otros, si estás aprendiendo o enseñando algo de valor, si sería bueno dejarlo, etc. Ya lo tienes tú a él y no él a ti.

Al alma solo le importa su misión, y nuestras adicciones y hábitos nos hacen desear algo diferente porque son el resultado de la creencia de que no estás completa y que “eso” te completará. El alma no presta mucha atención a “eso” porque sabe que siempre está completa, y ésta es la mejor visión de uno mismo que uno puede tener para que las adicciones caigan por su propio peso. La adicción y el rechazo a ella son exactamente la misma cosa vista desde perspectivas diferentes, no conseguirás dejar un hábito a base de rechazarlo con fuerza de voluntad, porque estás metiendo energía (pensamiento y emoción) en el mismo asunto. Solo podrás verdaderamente dejarlo cuando veas que esa adicción es una ilusión de que necesitas algo para completarte, el conocimiento y la sensación de que ya eres un ser completo suple toda impresión de dolor, falta o escasez.

Tenemos que aprender a disfrutar de la calma interna, del equilibrio, de la armonía, a dejar de usar el dolor como motivador al cambio o al movimiento, y empezar a usar la inspiración como pistoletazo de la creatividad. Estamos tan programados hacia lo negativo y el desequilibrio que no concebimos  que en el sosiego y la estabilidad está la plenitud.

EJERCICIO:

Estos hábitos que solemos hacer sin pensar son adquiridos en la niñez, y se pueden observar en muchas áreas de la vida, en la alimentación, las formas de ocio, de liberación, la forma de pensar, de gestionar las emociones, el trato en las relaciones, y así en todas las áreas de nuestra vida. Lo que pasa con todo lo adquirido en la niñez es que es difícil de ver, como has crecido con ello para ti es así, no es una creencia o una forma de hacer las cosas, es La Forma de hacer las cosas, es una realidad!

Te invito a observar tus hábitos, y a que te preguntes de la forma más objetiva que puedas si te sientan bien o mal. Si te sientan bien sigue haciéndolo, si te sientan mal cuestiónate si es algo que deberías seguir practicando, aunque el resto de tu familia lo haga, o el grupo de amigos con el que sales, o los colegas con los que trabajas. Yo un día me di cuenta que la critica constante en las reuniones familiares me sentaban fatal, después me di cuenta de que esto era una patología y fue entonces cuando caí en que era una adicción, a qué? A la crítica, a que tiene que haber alguien inferior para yo sentirme superior. Entonces fue cuando me di cuenta de que somos una sociedad que está adicta al drama, y que esta adicción esconde miedos diferentes, mayoritariamente dos; miedo a ser inferior y a no vivir plenamente.

TIP

Durante la próxima semana no digas nada, ni a otros ni a ti mismo, que no sea agradable, bonito y cariñoso, y tiene que ser sincero.

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